Manto místico de la noche, te enarbolas cual fuerza formidable un espectro de sombra infame y efímera. Cubres la superficie terrenal con impávido y tenue manto espectral, desarrollas un menguante bello ceñido en lo más alto de tu ser, inspiras a amar con desahogo y desenfreno, embebiendo cada instante de nuestro mítico existir de seres amantes. Perfume dorado de rocío y niebla, de la noche fragante a aprisionadora verdad.
Arrollas con tu belleza la inmortal cumbre de las montañas de cadenciosa geografía, y llenas los profundos valles de quietud y paz ancestral, que ni los milenarios desiertos con sus fluctuantes variables de posesión vegetal, decenas de animales deambulando protegidos en la mortal y segura oscuridad pueden equiparse con la soledad y abrigo en un lugar lejano, sereno, de silencio relativo.
El día en el que la deleble línea de la mortalidad y la inmortalidad se diluyen es de pensar el motivo y circunstancia, que nos lleva a estar donde nos encontramos en este momento, olvidarse de los bienes, riquezas, aventuras, o la mismísima ausencia de tales experiencias, que constituyen en si otra experiencia por sí misma. Soñar en el futuro, en porque estamos parados en este preciso lugar, y no un paso más atrás o simplemente en otro lugar. Que fuerza nos ha impulsado a permanecer al lado de las personas que nos rodean, francamente, no lo sé, pero doy gracias a ellos y a las almas encerradas en el limbo inquietantemente diametral y antónimo en si mismo, que su fuerza y recuerdo de espíritu nos abren el camino entre los otros en las mismas condiciones.
Arrollas con tu belleza la inmortal cumbre de las montañas de cadenciosa geografía, y llenas los profundos valles de quietud y paz ancestral, que ni los milenarios desiertos con sus fluctuantes variables de posesión vegetal, decenas de animales deambulando protegidos en la mortal y segura oscuridad pueden equiparse con la soledad y abrigo en un lugar lejano, sereno, de silencio relativo.
El día en el que la deleble línea de la mortalidad y la inmortalidad se diluyen es de pensar el motivo y circunstancia, que nos lleva a estar donde nos encontramos en este momento, olvidarse de los bienes, riquezas, aventuras, o la mismísima ausencia de tales experiencias, que constituyen en si otra experiencia por sí misma. Soñar en el futuro, en porque estamos parados en este preciso lugar, y no un paso más atrás o simplemente en otro lugar. Que fuerza nos ha impulsado a permanecer al lado de las personas que nos rodean, francamente, no lo sé, pero doy gracias a ellos y a las almas encerradas en el limbo inquietantemente diametral y antónimo en si mismo, que su fuerza y recuerdo de espíritu nos abren el camino entre los otros en las mismas condiciones.